SITUARSE EN EL MUNDO
Juan José Millás (El País, 2 de noviembre de 2014)
El pie
de foto rezaba así: “Una niña yazidí es evacuada del monte Sinjar por tropas
kurdas el miércoles pasado”. El miércoles pasado es ya un miércoles cualquiera.
También la niña es cualquiera y cualquiera es asimismo el conflicto del que
huye en la caja medio oxidada de un camión cualquiera. Medio mundo está en
fuga. Hay quien huye de la guerra, quien del hambre, quien de las dictaduras,
quien de las persecuciones religiosas, quien de las catástrofes naturales… En
la mirada de los desplazados suele hallarse una mezcla de impotencia, de
estupor, de miedo y conformismo. El rostro de esta niña descoloca porque se
advierte en él más rabia de la común; más tenacidad de la normal; más desafío
del que estamos acostumbrados. Todo ello se aprecia en la imperturbabilidad de
su mirada, en el ligero gesto de desprecio de los labios, en las greñas de pelo
sucio que cubren parcialmente su cara, pero también en el modo en que su cuerpo
emerge sobre el de los demás como para situarse en el mundo y averiguar hacia
dónde se dirige, quizá hacia dónde saltar.
¿Qué
habrá sido de ella después de tantos miércoles (la fotografía se publicó en
agosto), adónde habrá ido a parar con su único jersey, su única falda, su única
ropa interior, sus únicos zapatos? ¿Estará enferma, sana, irá a la escuela,
conseguirá comer todos los días? No sé, chica, si te hemos leído bien, si hemos
sentido lo que deberíamos al contemplar tu foto, si este artículo es de los que
se utilizan para empedrar el infierno de buenas intenciones. ¿Pero cómo pasar
la página del periódico sin recortarte?