Emilio Lledó, Premio Princesa de Asturias de Humanidades 2015, nos alerta acerca del peligro de que nos roben el pensamiento con el secuestro del lenguaje:
"Si nos acostumbramos a ser
inconformistas con las palabras, acabaremos siendo inconformistas con los
hechos. Ambas actitudes son, sin embargo, formas de libertad. Y la libertad no
admite conformismo alguno. Vivir, para los humanos, sobre todo en nuestros
tiempos, ha sido siempre una sucesión de conformidades, de aceptaciones y
sumisiones. Aceptamos el lenguaje; aceptamos, con él, sentidos, referencias y
todo ese monótono universo de ecos que los medios de transmisión de imágenes,
sonidos y letras codifican y propagan. Esta abundancia de comunicaciones
ofrece, sin duda, una extraordinaria posibilidad de enriquecimiento, de
amplitud y libertad; pero también, por los intereses políticos que las dominan
y orientan, pueden hacer que la inteligencia resbale por significaciones y
perspectivas, para embotarse y enajenarse. […]
Esa
excesiva información que los medios de comunicación nos ofrecen, a través de
sus distintos lenguajes, colabora, muchas veces, a encastillarnos en un reducto
donde emergen nuestros miedos, nuestras alimentadas obsesiones; donde aparecen
también los "imaginarios" con los que esos medios elaboran la
sustancia de la realidad en los derroteros de intereses económicos: intereses
de poder. Nunca ha sido más arrolladora la maquinaria para crear alienación,
para aniquilar. Alienación quiso decir, en toda la historia del idealismo
alemán, desde Guillermo de Humboldt, la disolución del vigor intelectual y
sentimental de la cultura en un conglomerado de tensiones, obsesiones, ideas y
realidades insustanciales que nos vacían y cosifican.
Nos
convertimos así en pequeños bloques ideológicos o, mejor dicho, en
insignificantes maquinarias a las que incorporamos, como si realmente fuesen
estímulos mentales, una serie de estereotipos virtuales sin idealidad y
libertad. Lenguajes falsos, pues, que nos llenan con la terrible lógica de la
falsedad. Porque esa lógica se hace de los retazos que sostienen pasiones
egoístas, soluciones incompletas a los problemas de la vida y de la sociedad.
Una lógica de la incoherencia que, sin embargo, cohesionamos con los quebrados
fragmentos de la "publicidad" política e ideológica que nos sirven, efectivamente,
para la total enajenación. Todo esto nos conduce a un hecho fundamental de la
sociedad de nuestros días. Los individuos que componen esa sociedad no pueden
ser personas, seres autónomos y reales, si no tienen posibilidad de desarrollar
su propio pensamiento por muy modesto que sea. Un pensamiento que sólo se nutre
de libertad."